La doble muerte de Unamuno by Luis García Jambrina & Manuel Menchón

La doble muerte de Unamuno by Luis García Jambrina & Manuel Menchón

autor:Luis García Jambrina & Manuel Menchón [García Jambrina, Luis & Menchón, Manuel]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Crónica, Historia
editor: ePubLibre
publicado: 2021-01-15T00:00:00+00:00


Bartolomé Aragón, el único testigo

Bartolomé Aragón fue el único testigo de la muerte de don Miguel, aunque no está del todo claro si fue el único que estuvo presente en el momento preciso de la expiración. Por otra parte, cabe preguntarse si fue algo más que un testigo. La duda es legítima y natural, dadas las circunstancias, y a buen seguro son muchos los que se la han planteado en voz baja o para sus adentros. Sin embargo, casi nadie se ha preocupado por averiguarlo. De una manera u otra, Unamuno y Aragón se nos presentan unidos para siempre. Del primero sabemos bastante, aunque no todo lo que se dice de su persona sea cierto; del segundo muy poco, y una parte resulta más bien dudosa. Si ahora estamos hablando de Bartolomé Aragón es porque fue el último interlocutor de don Miguel. Él, de alguna forma, escribió el acto final de la vida de Unamuno, y las últimas palabras de este son, probablemente, una invención suya. Con ellas se ha ganado la posteridad, aunque nadie —salvo nosotros ahora— le reconozca la autoría. A lo largo de su vida, escribió numerosos informes y tres libros que pocos leyeron, pero con un par de frases se ganó la gloria literaria. Ese es su mayor mérito, lo que ha hecho que pasara a la historia de la literatura, aunque solo sea como una nota a pie de página. La muerte de Unamuno lo inmortalizó, valga la paradoja.

Pero ¿quién era en realidad Bartolomé Aragón? Y, sobre todo, ¿quién no era? ¿Qué relación tenía con Miguel de Unamuno? ¿Cuáles eran sus verdaderos sentimientos hacia él? Por lo general, se lo ha considerado un exalumno, un discípulo, un amigo o al menos un admirador del escritor vasco, y así sigue constando en algunas biografías. Sin embargo, Aragón jamás fue alumno de Unamuno; de hecho, no estudió en la Universidad de Salamanca, como es fácil comprobar por cualquiera con solo consultar los archivos de esta prestigiosa institución. Había cursado estudios superiores en Sevilla y en Madrid, donde terminó los de Intendencia Mercantil a finales de los años veinte. Luego se fue a París; allí trabajó en la Banque de l’Union Parisienne y asistió a algunas clases en la Sorbona, al tiempo que se examinaba por libre de Derecho en la Universidad Central de Madrid, hasta obtener la licenciatura, lo que en verdad resulta muy meritorio. A su regreso, trabajó con Joaquín Garrigues Díaz-Cañabate, catedrático de Derecho Mercantil en la Universidad madrileña, que le consiguió una beca en 1932 para estudiar en la Escuela de Ciencias Corporativas de la Universidad de Pisa, en la que se diplomó en 1934. Por cierto que de ese centro surgieron importantes teóricos del corporativismo fascista, por lo que no es de extrañar que Bartolomé Aragón se convirtiera pronto en gran defensor de ese sistema económico y político.

El que sí fue alumno de Unamuno fue el cuñado de Aragón, Alfredo Malo Zarco, que, aparte de ese parentesco político, no tenía nada que ver con él.



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